Hermanas Sueños de Shanghai (Qinghong) Cuadernos de Contabilidad de Manolo Millares, dirigido por Juan Millares

 

La jornada del jueves se presentaba como la más floja de toda la semana, y sabiendo ya el recibimiento del Calderón el día anterior, he aprovechado el enésimo cambio en la programación para olvidarme de ver dos películas de Sección Oficial, una por el tema que trata y el tipo de película que es, Iberia de Carlos Saura, y otra, Kilòmetre Zéro, por las malas críticas que arrastraba desde Cannes y que aquí no han mejorado. Y por supuesto no me he atrevido con Vientos de Agua, de Juan José Campanella, la culpable de todo el revuelo, la combinación del argentino y Telecinco ya me causaba escozor. En su lugar me he visto obligado a revisar Sueños de Shanghai (que dije que no vería, pero no he tenido otro remedio) y a ver un documental que no tenía previsto, Cuadernos de Contabilidad de Manolo Millares.

El único film de Sección Oficial que me acerqué a ver fue Hermanas, dirigido por la argentina Julia Solomonoff, una coproducción que trata de nuevo los fantasmas del golpe militar y la dictadura, la herida abierta de la sociedad argentina. La narración discurre paralelamente en dos escenarios diferentes: Buenos Aires en los días anteriores al alzamiento y Texas en 1984, donde se reencuentran las dos hermanas tras ocho años sin verse, Elena (Valeria Bertuccelli) que acaba de mudarse allí con su esposo y su hijo, y Natalia (Ingrid Rubio) que en su día tuvo que exiliarse a España. Al descubrir esta, la última novela que escribió su padre, un profesor e intelectual, que parece describir con rasgos autobiográficos aquellos últimos días, los recuerdos del pasado reviven y se siente obligada a averiguar lo que ocurrió realmente en aquellos primeros días de dictadura y sobre todo, aclarar un suceso que la dejó marcada, la desaparición de Martín, su novio en aquella época. Hermanas no pasa de un film correcto, con una dirección bastante monótona, y con una historia muy previsible, demasiado sensiblera en ocasiones, que se sabe como va a acabar desde el principio. La directora se olvida en parte de retratar los hechos escabrosos del pasado, para centrarse más en las consecuencias de aquello que arrastra todavía el presente.

Wang Xiaoshuai es junto a Zhang Yuan, uno de los padres de la mal llamada Sexta Generación, la generación "urbana" o "del realismo", muy crítica con la situación social y económica del país, opción que les obliga a trabajar casi siempre de forma independiente para evitar la censura. Su primera película, The Days (Dongchun de rizi), es uno de las piezas fundacionales del movimiento, y sus films más tempranos se forjaron en la clandestinidad. Pero su trabajo siempre es nombrado en segundo o tercer lugar, por detrás del mejor director chino de los últimos años (se entiende que de la China Popular), Jia Zhang-ke. Su reconocimiento internacional llegó a partir del éxito en Berlín de La Bicicleta de Pekín (Shiqi sui de dan che), que ha sido el único film estrenado en España hasta ahora. Sueños de Shanghai (Qinghong) es su séptimo película, y por primera vez no ha tenido problemas para sortear la censura, lo que ya nos da una pista de la menor combatividad con la que ha afrontado el proyecto. Cuenta la historia de una familia que en los años sesenta se vio obligada a trasladarse de Shanghai a un pueblo rural, en un proyecto del gobierno, llamado "tercera línea de defensa", para reactivar la industria en las regiones pobres. A principios de los ochenta, con los inicios de la modernización tras la Revolución Cultural y el cambio en la política económica ya la vista, la familia, y especialmente el padre, sueña con regresar. Sin embargo, sus anhelos chocan con los deseos de su hija, que ha pasado prácticamente toda su vida allí, y donde tiene todos sus amigos y un posible amor. Sueños de Shanghai narra, de forma convencional y melodramática, el conflicto generacional que se establece entre ambos, que deriva en una actitud severa por parte del padre hacia su hija, obsesionado con cumplir sus planes secretos. Sin duda es el trabajo más clásico de toda su filmografía y en donde se aprecia con más claridad el tono autobiográfico (su familia también tuvo que trasladarse de Shanghai a Guiyang, donde vivió durante trece años) que empapa de una forma u otra toda su obra. De una fotografía exquisita y tempo pausado, rodada con sensibilidad, es una película interesante pero se encuentra lejos de la dureza y el pesimismo que le dio fama. Tan solo ese final parece recordarnos quien dirige.

Cuadernos de Contabilidad de Manolo Millares, dirigido por Juan Millares, fue lo más interesante del día, sin tratarse de un documental tan conseguido como otros vistos en esta Seminci. Los cuadernos a los que hace mención el título, recogen las memorias de la juventud del pintor canario, donde se aprecia el proceso de formación del artista, que también fue escritor y apasionado de la arqueología, y que plasman a la perfección las controversias de toda una generación. La lectura de aquellos diarios por parte de su hija, Eva Millares, con el fin de esclarecer la verdadera personalidad de su padre que dé sentido a su pintura (murió siendo ella muy joven), sirve de hilo argumental para narrar las experiencias de una época vital de la historia de España (la II República, la Guerra Civil y la dictadura posterior) desde el punto de vista de las Canarias, a través de la imagen de su familia y de su entorno. El retrato es completado por numerosos testimonios de los familiares y amigos que aún viven, grabaciones, textos y fotografías de aquellos años, y las pinturas del propio Millares. Cuadernos de… muestra la evolución interior que vivió el pintor, primero desde su infancia, los motivos que le llevaron a convertirse en artista, y después su búsqueda de una forma de pintura que se ajustase a su necesidad creativa. Quizá el único fallo sea el excesivo protagonismo que le da a su juventud en contraposición a los años de madurez. A pesar de ello, es un documental notable y muy ameno, incluso para el que no sepa nada del pintor.