A World Without Thieves Mirrormask The Devil's Rejects

 

Hace varios años el músico Rob Zombie tuvo una oportunidad para dirigir la que sería su primera película. Tras no pocos problemas con varias distribuidoras dada la crudeza del resultado final, finalmente pudo ver la luz consiguiendo (y como es habitual por desgracia con este tipo de productos) la casi total desaprobación de la crítica y la aceptación de un grupo de fieles seguidores al cine de género. "La casa de los 1000 cadáveres", liberada de su sencilla y escueta línea argumental, se revelaba como una revisitación, reciclaje y posterior reinvención de los códigos del cine de slasher y del survival de los años 70. Inspirada en las ya clásicas "La matanza de Texas" de Tobe Hooper y "La última casa a la izquierda" de Wes Craven, Zombie ponía en juego a una entrañable familia disfuncional, asesinos en serie y antropófagos, entre lindeces varias. El dibujo de sus freaks buscaba y conseguía la empatía del espectador, deseoso de ver como aniquilaban a ese grupo de jóvenes que siempre llegan al sitio menos oportuno en el momento menos indicado.

"The Devil's Rejects" o "Los renegados del Diablo" en versión castellana, es un largometraje mucho más sólido que su predecesor, hecho poco habitual en una secuela y que habla muy bien del trabajo de Zombie, mucho más pulido y menos irregular que su ópera prima. Rodada con más medios y con una puesta en escena muy personal, "The Devil's Rejects" cambia el slasher por la road-movie sangrienta, exponiendo la huida de tres de los miembros de la familia, bajo la persecución de un sheriff local ávido de venganza por el asesinato de su hermano.

Salvando el escollo moral que supone el identificarse con estos tres desalmados (y me quedo corto con el adjetivo), sólo podemos hablar de una fenomenal película, menos "gore" que la anterior, lo cual se agradece. Rob Zombie cambia el frenetismo de imágenes explícitas por una dirección más calmada y a la postre efectiva. Al igual que en "Feed", contrapone la figura del perseguidor a la del perseguido, mostrándolos como dos personalidades igual de torturadas y solo separadas por una estrecha línea. El afecto que siente por su creación es tal, que la culminación del film brilla a gran nivel, acompañada de una gran banda sonora, que a lo largo del metraje bascula entre el folk, el country y el soul. Un último apunte: no se pierdan su contundente ajuste de cuentas con la crítica especializada; no tiene desperdicio.

Otra de las películas más esperadas era "Mirrormask", que compite en la Sección Oficial. El primer proyecto fílmico del prestigioso ilustrador Dave McKean junto a la presencia del guionista de novelas gráficas Neil Gailman traía buenos presagios. Desafortunadamente, el resultado final no ha sido tan rotundo. "Mirrormask" se presenta en la línea de un cuento infanto-juvenil de corte "carrolliano", pero sin esconder sus referencias a "El mago de Oz" o "Dentro del laberinto" (no por casualidad está producida por el estudio Jim Henson). Su protagonista es una adolescente que se siente a disgusto trabajando en el circo de sus padres, pero que un día, tras la repentina enfermedad de su madre y bajo un sueño profundo, se verá trasladada a un mundo paralelo poblado por extrañas criaturas. Una vez allí, y cual relato de hadas fantástico, deberá encontrar un espejo para despertar a la Reina Blanca y regresar a su hogar.

Rodada con protagonistas de carne y hueso insertados posteriormente en un fondo digital, "Mirrormask" es un goce plástico para la vista. Sus escenarios, mezcla de una pintura renacentista y el arte surrealista, pero con el toque personal de McKean, sumergen al espectador en un mundo bello y a la vez onírico. Pero es una pena que no vaya más allá de lo estético. A McKean le ocurre lo que a directores con unos mundos tan sugerentes como Jean-Pierre Jeunet o Terry Gilliam, cuya inventiva visual suele desbordar a sus argumentos. El trasfondo represivo de "Mirrormask", el hecho de que nos cuente como en ocasiones no somos capaces de afrontar los problemas y nos hundimos mientras es el otro yo quien sale a la superficie, se encuentra demasiado soterrado. La parafernalia visual termina engullendo a una historia bonita, de esas de toda la vida, pero que se hace pesada ante la acumulación de imágenes.

Aún más decepcionante es "A World without Thieves", película china de alto presupuesto que cuenta con la presencia de Andy Lau en uno de los papeles protagonistas. A pesar de contar con una premisa siempre atrayente como es un grupo de ladrones acechando a su presa durante un viaje en un tren de esos que le gusta a Agatha Christie, el largometraje dirigido por Feng Xiaogang no solo se hace largo y aburrido, sino también incluye buenas dosis de moralina desgastada sobre la nobleza intrínseca del ser humano. Lo único realmente interesante del conjunto es la forma de rodar y montar las escenas de los robos y los choques entre los profesionales, así como la invención de todo un cúmulo de trucos para cometer las fechorías. Ni siquiera Andy Lau ni la bella Rene Liu consiguen aumentar el interés. "A world without thieves" es demasiado inocente como para ser tomada en serio.

 

Roberto Alcover Oti