Eli, Eli, Lema Sabachtani Reconstruction The Great Yokai War Antarctic Journal

 

Pues bien, continúa Sitges, quizás decepcionando un poco dadas las expectativas que teníamos en muchos de los títulos presentados. De hecho, a día de hoy todavía no está nada clara la elección de los premios, con la consiguiente polémica una vez decidido quien se va a casa con el pan bajo el brazo.

Ayer, por cuestiones de tiempo (sobre todo porque dada la cantidad mínima de ordenadores que hay en la sala de prensa, a uno le están pitando continuamente los oídos) no pude hablar de la última película de Takashi Miike. Sitges, festival mikkeano por excelencia volvía a llenar todas las proyecciones del nuevo proyecto del director más iconoclasta de la actualidad, su delirante "The Great Yokai War". Su película no deja de ser una nueva revisitación del mito de "Alicia en el país de las maravillas", con toques de "La historia interminable", o por qué no, un Chihiro gamberro. El carácter todoterreno de un tipo como Miike parece no tener fin, ya que en esta ocasión se acerca al género de aventuras, recomendable para toda la familia (como "Visitor Q", vamos) pero sin perder la identidad personal de su creador. Tadashi es el típico niño con problemas: sus padres están divorciados, se acaban de mudar a un nuevo colegio y no tiene amigos, el único apoyo que es su hermana se encuentra lejos de casa, y su abuelo a menudo se olvida de su nombre (sic). El fin del curso escolar es la mejor excusa para que se embarque en el fascinante mundo de los "Yokai", monstruos procedentes del folklore clásico nipón, y que, con la ayuda de una espada legendaria libere al mundo de un malo malísimo que está convirtiendo a diversas criaturas en horribles y peligrosas creaciones.

"The Great Yokai War" no es una obra maestra ni maneja un guión original, ni siquiera puede catalogarse como uno de los mejores trabajos de su creador, pero sí que permite recuperar a ese Miike perdido tras la insufrible "Izo" y dejar claro que se adapta a cualquier tipo de proyecto, dando como resultado lo que defino como "el autor por encargo". Si bien la manera de rodar esta película se desvela como algo convencional, el sello de su autor aparece en la manera de afrontar el mundillo "freak" que aparece en pantalla, con personajes como el hombre paraguas, la mujer del cuello elástico, la pared andante, el hombre que cuentas las judías, y sobre todo, Sunekosuri, esa especie de ratón que acompañará al niño protagonista. Lo mejor de "The Great Yokai War" se encuentra igualmente soterrado, y de forma increíble guarda cierta relación con algunas consignas de "Izo". A diferencia de otras producciones de este subgénero de aventuras infantiles iniciáticas, en el film de Miike, el mundo de los "Yokai" está unido estrechamente al de los humanos y no se muestra como un universo paralelo a él, siendo una especie de continuación de éste, que sufre por los pecados que aquél comete. De esta manera, se esboza una crítica (un poco superflua y facilona, todo hay que decirlo) contra el consumismo extremo, culpando a los seres humanos de las desgracias de los "Yokai"/¿naturaleza?

Tras su irregular paso por el Festival de Cannes, desembarcó en la Sección Nuevas Visiones, "Eli, Eli, Lema Sabachtani" (que traducida sería, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?), dirigida por el festivalero Shinji Aoyama, realizador prolífico pero de nula distribución en España. En este trabajo, se acerca al género de la ciencia-ficción reflexiva, usándola como excusa para contarnos otro tipo de obsesiones personales. En el futuro 2015, un raro virus motiva a que las personas se suiciden. Dos músicos (Tadanobu Asano y Masaya Nakahara) parecen ser inmunes al virus gracias a la música que crean. Lejos de ahondar en un futuro apocalíptico, Aoyama reflexiona metafóricamente sobre la pasión por la música como elemento fundamental en nuestras vidas y en particular sobre la figura del creador, así como la manera de afrontar el siempre complejo proceso creativo. De cadencia sosegada, el film se desarrolla en base a escenas donde los músicos graban toda serie de sonidos y participan de diversas performances. La conjunción entre las imágenes y la banda sonora es hipnótica, pero Aoyama no parece preocupado en seguir una historia y en ocasiones se empeña en establecer un pulso con el público para que abandone la sala (y doy fe que hubieron muchas deserciones), en particular con el plano fijo-detalle de más de cinco minutos de duración, donde Asano hace uso de un aparato electrónico para trabajar con diversos sonidos. "Eli, Eli Lema, Sabachtani" es una película ciertamente fallida, con muchas fugas narrativas, donde su manejo del género disgustará a los que asistieron pensando un trabajo de factura más clásica. Pero eso ya es otra historia.

"Le moustache" o "Reconstruction"; Sección Oficial o Europa Imaginaria. La segunda, definitivamente, por ser una de las joyitas de los últimos años, primer largometraje del danés Christoffer Boe, y haber sido ninguneada por las distribuidoras españolas tras su éxito internacional. Historia de amor de desarrollo cíciclo donde su final engarza con el principio, "Reconstruction" es una auténtica obra de arte. Estéticamente preciosista, pura poesía en imágenes, Boe transforma el gélido paisaje urbano de Copenhague en una estancia caliente, donde los sentimientos reverberan y las emociones se muestran a flor de piel. Largometraje de estilo muy europeo con múltiples referentes, pero sobre todo muy del gusto del francés Alain Resnais, por su dibujo de las relaciones amorosas y la fragmentación narrativa de la que hace gala.

Alex conoce a Aimee en bar, encuentro fortuito que se verá acompañado por una noche de placer, y tras el cual la realidad de él cambiará totalmente. Fascinante largometraje que nos habla de la reconstrucción en la que se embarca nuestra existencia cuando nos enamoramos. "Reconstruction" deja claro que esto es simplemente cine, pero que aún así, duele. Una brillante propuesta que puede ser tachada por algunos como excesivamente arty, pero que goza de una sensualidad y una sensibilidad que el que suscribe solo había palpado en el cine de Wong Kar-Wai. Inolvidable la canción de Cole Porter que se adueña de cada segundo del film.

Finalmente, este día tan agotador (sobre todo por la mínima cantidad de horas de sueño) se completó con la surcoreana "Antarctic Journal", dirigida por Yim Phil-seung, el cual presentó el film en cine del Retiro. Nos contó que tardó casi cinco en terminar su trabajo, debido a las durísimas condiciones de rodaje, y que estaba muy orgulloso de presentar una película tan fría en un país tan caliente (sic). Durante sus primeros 15 minutos "Antarctic Journal" adopta el tono de la reciente producción china "Kekexili: The Mountain Patrol", en su dibujo del ser humano enfrentado a la magnitud de la naturaleza bajo las circunstancias más extremas. Una vez el director va mostrando sus cartas, adopta un tono más de thriller de supervivencia con dosis de cine fantástico, alejándose de las consignas humanistas y del toque crepuscular de la película de Lu Chuan. El viaje llevado a cabo por un grupo de aventureros culmina en un descenso a los infiernos (mentales pero también físicos) de toda la expedición, perdidos en un ignoto lugar de la Antártida y guiada por un capitán de pasado tortuoso. La fragilidad mental de los participantes se pondrá a prueba ante las condiciones climáticas y el aislamiento que sufren. Como es habitual en el cine surcoreano, la factura técnica es exquisita, rodada con esmero y con una conseguida sensación de claustrofobia. Una pena que su guión se vaya volviendo cada vez más predecible a medida que avanza el relato, algo estirado en cuanto a minutos y con un final anticlimático que deja un sabor amargo en la boca, sobre todo tras lo bien conseguido que está el resto de la película. Por cierto, genial el papel de Song Kang-ho, que como es habitual está muy serio y de histrionismo lo justo.

 

Roberto Alcover Oti