Fracasos y decepciones. Si hubiera que definir la 38 Edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges (ups perdón, ahora Festival Internacional de Cinema de Catalunya) estos serían dos de los adjetivos más adecuados, en un certamen en el cual no ha brillado ninguno de los títulos más esperados a concurso. Cinematográficamente hablando tampoco se puede decir que ha sido un mal año, pero sí algo inocuo y poco relevante para el futuro. La sensación que ha producido (no solo mía sino de la prensa y los medios en general) es la de la ausencia de un largometraje de esos que permanece en la retina una vez abandonada la sala, el festival y que se mantiene mientras tomamos el avión, tren o coche de vuelta hasta nuestro lugar de procedencia; aunque no sé hasta qué punto "A history of violence" de David Cronenberg haya podido cumplir ese propósito.

Da la impresión que Sitges se halla inmerso todavía en un proceso de reestructuración, de cambio, intentando buscar una diversidad en su programación, huyendo de etiquetas y de convencionalismos de género. Pero al mismo tiempo lucha por conseguir una personalidad algo perjudicada por este mismo aspecto, ya que la búsqueda de una variedad siempre implica la pérdida de carácter. Para un servidor, este aspecto es sumamente positivo para que un certamen no se cierre en banda a propuestas unilaterales, y se solidifique en base a una selección heterogénea de obras que atraigan a la mayor cantidad de público posible. Lo ecléctico de su programación (esa valentía de incluir a "El sabor de la sandía" en la Sección Oficial) no ha sido del gusto de todos, pero éste es un hecho sobre el que se debe trabajar en futuras ediciones con el fin de conseguir una propuesta lo más abierta posible. De esta manera, a pesar de que el resultado final haya sabido más bien a poco, se agradece el esfuerzo por reunir cine abiertamente comercial ("Serenity"), buen cine negro ("Election"), horror existencial ("Trouble"), el sabor del wu-xia ("Seven Swords"), típicas películas de acción ("New Police Story") o el cine de autor más experimental ("The Wild Blue Yonder"), sin perder su esencia terrorífica en secciones como Mid-night Xtreme o Mondo Macabro. Este abanico de posibilidades, algunas más brillantes, otras más fallidas, sitúan a Sitges ya por encima de otros certámenes aparentemente más importantes como el de San Sebastián, cerrado en banda al cine de corte social más rancio y arquetípico.

La Organización

Al ser mi primera visita a este festival me ha sido imposible establecer una comparación con las ediciones anteriores del mismo, pero en discordancia con otros festivales a los que he podido acudir, solo se puede calificar a la organización como pésima. Por favor, obviemos las frivolidades por el hecho de quejarnos cuando vemos cinco o seis películas gratis al día y centrémonos en aspectos a mejorar para que todos (tanto público como prensa) nos sintamos más cómodos.

En primer lugar, nunca he visto un desorden igual a la hora de inicio de las películas. Difícilmente se han cumplido los horarios, con muchos largometrajes proyectados diez, quince, o treinta minutos más tarde de la hora estipulada, lo que provoca un retraso acumulado en el resto de proyecciones diarias. No solo eso, fui testigo de cómo se pospuso durante una hora y media el inicio de la película sorpresa del miércoles, "Hostel"; pero hubo incluso un día peor, cuando el sábado por la noche la proyección de "El exorcismo de Emily Rose" se vio detenida y el maratón posterior de tres cintas de terror se tuvo que retrasar durante varias horas, con la consiguiente espera del público que esperaba fuera de la sala, calado por la incesante lluvia. Este hecho se une a la promesa incumplida de la organización en lo que respecta al reforzamiento de los autobuses nocturnos, provocándose diversos altercados ante la masiva afluencia de personas que cada madrugada intentaba tomar un autobús para regresar a sus casas.

En cuanto a la prensa, la cosa tampoco ha sido mucho mejor. Lamentable el elitismo que se respira a la hora de la entrega de los materiales, y el brusco trato con los medios más modestos, que sin embargo nos esforzamos (al menos nosotros, Tijeretazos) por dar una cobertura lo más completa posible del certamen. Como anécdota personal decir que cuando recogí mi acreditación de prensa, no se me entregó absolutamente nada, aludiendo a que mi medio no gozaba de suficiente categoría (todo esto explicado en perfecto catalán, por cierto). Solo al día siguiente y tras perseverar en el empeño pude conseguir el dossier del festival y algunos books de prensa, pero sobre la bolsa que se entregaba al resto de periodistas, ni una noticia.

De locos también fue la recogida de entradas para las sesiones con público del día posterior, con un trato igualmente horrible, y una descoordinación total en cuanto a horarios. Tampoco se me olvida comentar la mínima cantidad de ordenadores disponibles en la sala de prensa, lo que provocaba largas esperas y miradas recelosas, sobre todo cuando compruebas que el tipo que no se levanta de la silla está posteando en un foro o navegando por páginas de dudoso contenido. Así no es complicado imaginar la dificultad para hacerse un buen horario en condiciones, intentando no perderse las películas, buscar tiempo para redactar las crónicas, llegar pronto y hacer colas para las entradas del día siguiente y…….por supuesto, comer algo.

Los premios

La siempre conflictiva y discutible entrega de premios ha dejado este año paso a un inusitado conformismo con la decisión final del jurado. La pareja calidad de las películas a concurso hacía presumir que a poco que la decisión tuviera algo de sentido común, el resultado no sería muy discutido. Los miembros del jurado han apostado sobre seguro entregándole el premio a la Mejor Película a "Hard Candy" (largometraje que se me escapó a última hora), convirtiéndola en la cinta ganadora del certamen al obtener también el premio al Mejor Guión. Película polémica desarrollada básicamente en dos escenarios, que plantea el castigo de una chica de 14 años a un presunto pedófilo. Su actriz principal, Ellen Page, parecía la favorita para llevarse el galardón como Mejor Actriz, que fue a parar finalmente a la Lady Vengeance, Lee Yeong-ae. Más discutible fue el premio al Mejor Actor, entregado a Lee Kang-sheng, el actor fetiche de Tsai Ming-Liang y protagonista de "El sabor de la sandía", sobre todo tras ser testigo de la sólida interpretación de Lee Byeong-heon en la surcoreana "A Bittersweet life".

Johnnie To volvió a llevarse el galardón al Mejor Director tras conseguirlo el año pasado por "Breaking News", si bien en esta ocasión suena más a premio protocolario por su presencia en el festival y por la garantía de que continué siendo pieza básica en cada nueva edición que se precie, y a priori que lo será ya que acaba de terminar el rodaje de un nuevo largometraje ("The Sparrow") y tiene otro en pre-producción. Como opinión personal, tanto Park Chan-wook con el final de su trilogía como Kim Jee-won, con ese magnífico ejercicio de estilo que es "A Bittersweet life", mezcla de thriller, cine noir, polar francés, y acción, se lo hubieran merecido igualmente.

Como en cada edición festivalera, siempre aparece ese título que supone una fractura entre el público y la crítica. En este caso ya sabíamos de antemano que película iba a encandilar a algunos y provocar el odio de otros tantos, "El sabor de la sandía" del taiwanés Tsai Ming-Liang. A lo largo de estos días no he parado de escuchar quejas acerca del motivo para incluir a esta cinta en la Sección Oficial, aspecto del cual permanezco al margen ya que ni soy Ángel Sala ni formo parte del staff directivo del certamen. Solo aplaudo la decisión que me ha permitido disfrutar por primera vez de una obra de Tsai Ming-Liang en pantalla grande. Finalmente, los críticos han decidido concederle el Gran Premio del Jurado, en otras palabras, que en realidad a ellos les hubiera gustado darle el primer premio pero se han mostrado políticamente correctos y han preferido no apostar por la polémica [1].

Mis películas

Estos seis días de festival han sido muy fecundos en cuanto a títulos vistos, lo admito. Si bien en un principio la programación preparada era más amplia, finalmente el sentido común y las horas de sueño han provocado algunos sutiles cambios.

Confieso que soy un espectador/analista (entre nosotros, odio la palabra crítico) bastante complaciente, en el sentido que habitualmente me gusta casi todo lo que veo. Por ello, en general me he divertido con lo visto, salvando bodrios imposibles como "La monja", pero con la espina clavada que remarcaba al principio de este escrito, de marcharme sin esa sensación de haber contemplado algo definitivo, si bien no niego que con el paso del tiempo algunas de las obras proyectadas aquí adquieran categoría de culto o de obra maestra…en este mundo nunca se sabe.

Entre las sorpresas me quedo con dos títulos imprescindibles: en primer lugar, "Los renegados del diablo" de Rob Zombie, ejemplo único de cómo encarar una secuela y convertir un producto excesivo y sumamente irregular, a la par que interesante, en una segunda parte más trabajada, más seria e igualmente potente. Rob Zombie ha madurado y demuestra en esta mezcla de western y road-movie que tiene un estilo propio y que los años invertidos en su producción han dado sus frutos. "Los renegados del diablo" se basa en una planificación escrupulosa, una puesta en escena atractiva y férrea, la experimentación más calmada con diversas formas de montaje, la vibrante conjunción entre música e imagen, y sobre todo, el desarrollo de sus freaks, elevados desde ya a mitos cinematográficos, e inmersos en esa punzante disección de la América profunda como metáfora del esquizofrénico mundo en el que vivimos.

El otro título que más me sorprendió fue la tailandesa "Citizen Dog", tragicomedia surrealista semi-coral, según dicen con ecos de "Amelie" (imperdonable el que todavía no la haya visto). Wisit Sasanatieng plantea una curiosa metáfora acerca de los sueños de la clase trabajadora en una metrópolis como Bangkok a través de un estilo visual inconfundible y decididamente pop, aunque dada la fría acogida del film en general, me estoy replanteando mis reflexiones acerca de esta fascinante película.

Entre las obras que nos ofrecieron lo que ya nos esperábamos de ellas, sin sorprendernos mínimamente destacar la última locura de Miike, "The Great Yokai War", el wu-xia más físico de la mano de Tsui Hark, "Seven Swords", el nuevo Burton + stop-motion, la genial y predecible "Corpse Bride", y cómo no, el largometraje resumen de Tsai Ming-Liang, una revisitación de su universo y lugares comunes, no apto para todos los paladares (y en particular si no has visto nada de este AUTOR con mayúsculas), la delirante "El sabor de la sandía".

Por último el amplio abanico de decepciones, encabezado por la enésima versión asiática de fantasmas con pelos largos y trucos sonoros de mucha estridencia, la tailandesa "Shutter", seguida por el nuevo Balagueró que sigue desmontando los logros conseguidos con "Los sin nombre", el anime lisérgico e incoherente que es "Mindgame", los excesos visuales acompañados de ronquidos que produce "Mirrormask", el fallido y pedante esbozo de ciencia-ficción que propuso Shinji Aoyama, y ese blockbuster inocentón chino "A world without thieves".

Para el final me dejo a Park Chan-wook y su "Sympathy for Lady Vengeance", que aún hoy ronda en mi cabeza pero sobre la cual todavía no articulo una reflexión adecuada sobre el tema que se me presentaba. Quizás porque el director de "Old Boy" se ha encontrado ante una expectación inesperada y no ha sabido dotar a su última película de un guión más trabajado y acorde con su siempre impecable puesta en escena y estilo visual.

[1] Este hecho me recuerda al Festival de Cine de Cannes 2004, donde el primer premio fue a parar de forma injusta a "Fahrenheit 9/11", un panfleto que se va olvidando con el tiempo, mientras que la verdadera ganadora "Old Boy", se llevó el Premio del Jurado.