Serenity Feed

 

En una de sus sentencias más contundentes, Truffaut afirmaba que "el cine es más grande que la vida". Si esta frase fuera una ecuación, y le aplicáramos diversas conversiones matemáticas, podríamos obtener otro resultado, "merece la pena jugarse la vida por el cine" (sic). De acuerdo, estoy exagerando, pero las complicaciones que me surgieron antes de empezar este, a priori apasionante, periplo en Sitges bien vale correr ciertos riesgos y añade un extra de satisfacción cuando uno se sienta en una sala de cine, las luces se apagan y comienza la película.

Pero como uno está aquí para hablar de cine y no de uno mismo (para eso ya está buena parte del sector de la crítica española), paso a comentaros esta primera jornada del festival. Afortunadamente, tuve la suerte de conseguir una entrada para la siempre divertida inauguración, disfrutando en perfecto catalán y con unos irregulares subtítulos los objetivos que la organización se imponía este año. Tras los premios entregados a Rosa María Sardà (ausente) y Tristán Ulloa (presente), y el homenaje realizado a Alex de la Iglesia, disfrutamos del entrañable corto patrio "El gran Zambini". A continuación, el largometraje inaugural, "Serenity", presentado por su realizador, Joss Whedon y por dos de sus protagonistas, Nathan Fillion y Summer Glau.

"Serenity" es la adaptación a pantalla grande de una serie de televisión, "Firefly", con poco éxito en su pase inicial por televisión pero recuperada y convertida en un objeto de culto tras su paso al DVD. Su creador, Joss Whedon, intentaba repetir el éxito obtenido con su anterior trabajo para la pequeña pantalla, "Buffy cazavampiros", y lo que en un principio parecía un fracaso consumado, puede convertirse ahora en un nueva saga intergaláctica tras el aparente éxito de crítica y público obtenido en su estreno en los Estados Unidos. "Serenity" recoge el testigo de aventuras espaciales como la saga "Star Wars" o similares, es decir, una space opera en toda regla no exenta de humor. Nos presenta a la enésima tripulación espacial, que recorre el universo incurriendo en pequeños delitos y como transportistas de alquiler. Sin embargo, la recogida en su nave de un doctor y su hermana telépata, pondrán en peligro su seguridad siendo perseguidos por un grupo del Imperio.

"Serenity" no oculta en ningún momento su espíritu "mainstream", desenvolviéndose muy bien como un auténtico divertimento, una aventura épica espacial plagada de aventuras, batallas y sarcasmo, mucho sarcasmo. Sin llegar al paroxismo paródico de un título como "Guía del autoestopista galáctico", Whedon incluye grandes dosis de ironía cuando debe hacerlo, bordeando con ingenio los momentos más ñoños. Destacar en particular al capitán de la nave, Malcolm Reynolds, ese auténtico antihéroe que se debate entre su actitud pragmática y su alto sentido del honor y de la justicia. El problema de un título como "Serenity" deviene de su carácter intrínseco como episodio alargado de una serie famosa. Como es habitual en estos casos, los fans de la serie se lo pasarán de lujo con sus personajes, disfrutándolos durante dos horas en pantalla grande, pero para el público en general, se echa en falta algo más de trabajo en la psicología del resto del grupo (aspecto posiblemente más trabajado en la serie de televisión). Con todo, es un film plenamente disfrutable y un acertado comienzo para el festival.

El día se completó con el pase nocturno de "Feed", cuya mejor definición sería desagradable. Su director, Brett Leonard adopta los cánones del género del "psycho-killer", con un fuerte sustrato de crítica social. El largometraje se basa en el montaje paralelo de dos historias que terminarán uniéndose; por un lado, la investigación llevada a cabo por un policía de Sydney sobre páginas web de contenido "snuff" y por otra, el caso de un sociópata cuya pasión es engordar a obesas hasta que finalmente mueran, obteniendo placer sexual con sólo observarlas. "Feed" es una película de ambiente muy malsano, sucia, donde nos vemos sumergidos en un auténtico infierno virtual (y real), hasta extremos que rozan lo irreal pero que como bien reza el cartel de su inicio "no están basados en hechos reales pero sí en comportamientos que los hombres realizan de manera libre".

La mirada de Leonard hacia el mundo actual de la belleza y del consumo es directo y salvaje. Sus imágenes grotescas inundan la pantalla de manera frenética, con el frecuente uso del montaje sincopado a base de planos cortos, que caen a menudo en el efectismo barato y que termina perjudicando a la narración. "Feed" se muestra más interesante cuando esboza su crítica al culto al cuerpo y cuando nos enseña que los límites del comportamiento racional humano ya han sido rebasados, siendo Internet la herramienta definitiva como caldo de cultivo de pesadillas y horrores. Pero "Feed" termina cansando, sobre todo cuando el director decide alargar su creación de forma injustificada y recorre los caminos más trillados del cine de asesinos en serie, como el manido trauma infantil o la personalidad a lo "Hanibal Lecter". Su final, tan inesperado como incomprensible, suena más a no saber como terminar la historia o a como hacerlo de la manera en que pueda sorprender al respetable.

 

Roberto Alcover Oti