Grimm love story Renaissance Right at your door Dog bite dog El bosque de sombras

A diferencia del año pasado, donde en la Sección Oficial pudieron verse películas de muy baja calidad, este año –sin haber disfrutado aún de esa obra maestra que todos deseamos- se ha mantenido un tono bastante homogéneo, y sobre todo, ameno e interesante. El cuarto día del festival nos ha ofrecido quizás el título más flojo pero también una inesperada sorpresa que puede ser tenida en cuenta para el palmarés final.

Presentada en Sección Oficial, Grimm Love Story es la reconstrucción en clave de docudrama apagado y un tanto cobarde de un caso tristemente célebre: el caníbal de Rohtenburg, un hombre que devoró literalmente a otro en su casa, previo consentimiento de la víctima. Bajo la dirección del realizador de videoclips Martin Weisz –lo cual, tarde o temprano, termina por notarse demasiado-, la historia de la relación entre ambos hombres es narrada a través de la voz en off de una estudiante de Psicología Criminalista, una suerte de Ana Torrent en Tesis, cuyo doctorado versa sobre tal aberrante caso pero que a la vez se siente morbosamente fascinada por el acto en sí, y por la personalidad de los implicados. De Grimm Love Story pueden destacarse algunos aspectos, como su intención de explorar esa malsana sugestión que todos sentimos hacia lo prohibido o el objetivo de humanizar a los protagonistas. Pero de la humanización a la justificación hay una línea muy fina que la película termina por atravesar. Lo naturalista da paso a lo grotesco, y las pretensiones del film se disparan, lo cual no es nada malo, siempre y cuando se cumplan. Mas no se puede pretender diseccionar clínicamente un caso tan horrendo y complejo de una manera tan afectada y maniquea, con una crispada realización que convierte un interesante docudrama en un thriller fotografiado como Seven o El silencio de los corderos. Grimm Love Story no es una historia de dos personas que se necesitaban, es el caso de un enajenado que pretendía comerse a un tipo que fue demasiado lejos en su enfermiza pasión por el masoquismo.

Renaissance, de Christian Volckman, flamante puesta de largo de la animación francesa, introduce una historia noir en un París futurista recurriendo a todos arquetipos del género, a la manera de Blade Runner. Las influencias son claras, desde Metrópolis hasta Ghost In The Shell. En realidad, no deja de ser un correcto thriller de ciencia-ficción, con devaneos metafísicos incluidos, recubierto de un fastuoso envoltorio. Porque sí, debemos admitirlo, como experimento visual es deslumbrante. Las posibilidades que proporciona la exclusiva utilización del blanco y el negro, estética heredada del cómic Sin City, de Frank Millar, a través del motion capture con actores reales, parecen no tener límites: la progresiva saturación a partir de fuentes de luz, la modificación de la expresión en los rostros de los personajes con ligeros cambios de luz, los reflejos en los cristales mediante cambios de intensidad del blanco, la construcción de planos con varios niveles, el efecto de las gotas de lluvia al chocar contra el suelo... Todo ello está perfectamente orquestado mediante una rigurosa planificación que consigue que el grado de realismo alcanzado por estos procedimientos sea muy superior al obtenido con otros métodos de animación. Sin embargo, en su afán perfeccionista han confeccionado un relato demasiado cerrado y previsible en ocasiones, como si hubiesen querido atar todos los cabos. Para ser una película de animación, poco deja a la imaginación del espectador.

Estrenada mundialmente durante el último festival de Sundance, Right At Your Door supone el acertadísimo debut en la realización de Chris Gorak, director artístico de obras como El Club de la Lucha o Miedo y Asco en Las Vegas. Su film viene a ser un curioso experimento, mezcla de realista parábola política y cine de catástrofes, al narrar la hipotética reacción de un joven matrimonio cuando en una mañana de Los Ángeles, una serie de bombas cargadas con productos químicos explosionan en el centro de la ciudad, provocando el caos y la desesperación. Su reducido presupuesto obvia por completo la pirotecnia habitual de estos largometrajes –de hecho, algunas escenas del polvo tóxico expandiéndose por la ciudad son imágenes de archivo de los bombardeos en Irak- para centrarse en la reacción desesperada del marido, que decide acuartelarse en el hogar ante la presunta contaminación, desarrollándose una tensionada pieza de cámara –y atención a la banda sonora eléctrica del habitual de Alexandre Aja, Tomandandy-. Right At Your Door, que podría ser un supuesto prólogo elíptico del Soy Leyenda  de Richard Matheson, funciona perfectamente a varios niveles: por un lado, es una crónica sobre la conducta humana cuando se le expone a una situación límite, y por otro, una cruel e inteligente metáfora de la política aislacionista de los Estados Unidos, en la línea marcada por M. Night Shyamalan en El Bosque. Si los festivales fueran justos, el trabajo de Gorak debería tener un sitio seguro en el palmarés final.

Muchas esperanzas habíamos depositado en Dog Bite Dog (Gau Ngao Gau), del director hongkonés Soi Cheang, que ya estuvo en Sitges hace unos años con New Blood y es autor de un muy interesante thriller titulado Love Battlefield,  pero la decepción ha sido, de nuevo, considerable. En realidad, Dong Bite Dog es un film más que decente en buena parte de su metraje, pero el violento y seco policiaco que Soi plantea al inicio, y que conduce con cierta habilidad, aunque con algunos altibajos, hasta la última parte de la película, termina dinamitado por completo con un bochornoso giro dramático. La causa hay que buscarla en el planteamiento inicial, la pretensión de humanizar a una bestia asesina a través del amor. Primero porque es un recurso ya utilizado en incontables ocasiones y casi siempre con resultados discutibles. Y segundo porque para ello introduce uno de esos personajes odiosos que uno está deseando que desaparezcan cuanto antes del relato porque provocan graves problemas en el  ritmo de la película. En realidad, es algo que observamos inherente a casi la totalidad del cine hongkonés, siempre proclive a caer en dramatismos exagerados, y habitualmente falto de sutileza. Aunque esto último no lo consideramos forzosamente un defecto. En ese sentido, esta película aglutina a partes iguales las mejores y las peores cualidades que caracterizan esa cinematografía. Aún con ello, Dog Bite Dog presenta una brillante construcción de las escenas de acción, de una crudeza y una sequedad poco frecuentes. Además, Soi Cheang parece haber pulido su estilo, moderando su tendencia a ralentizar innecesariamente los planos, y utiliza un montaje más coherente y  menos dado al efectismo, defectos que lastraban su anterior Love Battlefield.

La primera sesión sorpresa de Sitges, fuente de miles de hipótesis y un cúmulo de elucubraciones, se saldó con el Auditori casi vacío, y con la presentación de El Bosque de Sombras, también debut de Koldo Serra, que ya había triunfado en el circuito festivalero con su corto El Tren de la Bruja. Serra es un realizador que forma parte de una nueva generación de cortometrajistas españoles con un gran porvenir; son jóvenes, tienen estilo rodando, poseen buenas ideas visuales, y sobre todo, consiguen darle un buen lavado de cara al cine de género que se realiza en este país. El propio director afirma que en un principio era un proyecto más sencillo, que pensaba rodar en pocos días y con menos actores, pero que la implicación de la productora lo convirtió en un producto más ambicioso. Con la presencia internacional de Gary Oldman, Virginie Ledoyen y Paddy Considine, El Bosque de Sombras es claramente un remake inconfeso de Perros de Paja de Sam Peckinpah, a diferencia de que aquí son dos parejas (extranjeras) las que visitan una casa situada en un intrincado pueblo de la España profunda. La violencia intrínseca del ser humano, la animalización del hombre, la involución de las zonas rurales, son aspectos que abarca la opera prima de Koldo Serra, mediante una inteligente transposición de roles que supone una peculiar relectura del género y de sus personajes. Película áspera, con ecos de western rural, donde el realizador le imprime un fuerte carácter setentero a la dirección, El Bosque de Sombras se resiente de cierta falta de in crescendo dramático, pero es un inicio muy prometedor de un joven cineasta con talento.